“Es que a la media noche, solo salen cosas feas.- ¡Ah bueno, como así, que me está queriendo usted decir?”.
Fotografía de escenografía,
(disculpen la mala calidad, no quise molestar a los actores con mis flashes)
Es una obra de teatro, puesta en escena por el grupo diez escrita y dirigida por Ricardo Martínez. Estuvo en cartelera del 12 al 26 de Octubre, en horario infantil, y aunque si tenia el uso de elementos pueriles, reflejaba la intención de conmover más allá del público infantil, lo cual la hace trascendental para todos los que fuimos a verla.
En el mes de octubre donde todos los espantos internacionales hacen presencia, dese la calabaza gigante de winni pooh y el pequeño efelante, hasta el ogro bueno de Shrek, fue interesantísimo ver como se toman elementos de nuestro folklore y se anticipan a la temporada de día de muertos con fanfarria y platillo.
imple, dos señores que se sientan en un parque a oir la radio y a contarse un cuento para explicar que es una leyenda. La radio que es solo un pretexto para poner un corto que con gran habilidad cuenta “la leyenda del ayudante inesperado”, con adaptación de Ricardo Martínez al texto de Héctor Gaitán quien también funge como narrador y quien tiene un reconocimiento especial el día de la clausura de la temporada. Esta leyenda utilizada como preámbulo, pone la atmósfera de surrealismo que envuelven a las leyendas de nuestros pueblos, se logró sentir una energía que contagiaba, de aquella sensación de cuando uno quiere ir al baño pero no está dispuesto a levantarse de la cama y menos a salir de la habitación por miedo a lo que podría o no estar en lo desconocido de la noche.
Ambientado en una atmósfera donde nos ponen a fotos de la ciudad de Guatemala hace más de medio siglo, dónde la 6ta avenida vibraba de comercio, dónde el sepia se confunde con la pátina añeja de las fotos, antes que las calles fueran inundadas con vehículos de combustible y la única maquinaria de transporte era el tren. Nos muestran a la Guatemala, que sabe a membrillo, a canillitas de leche y a fresco de suchiles.
El hilo conector para el resto de los espantos de nuestro país, es la historia de la Cristy, una patoja que por desobediente sale a escuchar los versos que canta el duende, ése que también le llaman, “el sombrerón”, quien al ser encantada por enamoramientos cae en un trance, a lo que su madre, doña Osbe sale a pedirle ayuda a sus vecinas, doña Cheny y Nia Anita, que vayan a llamar al padre Alejandro, para que las ayude a sacar a la Cristy del trance, en lo cual salen a la media noche por el pueblo, cuya estenografía es una versión gigante de un cuadro del artista plástico Sergio González Goyri, con la estética de un libro de cuento para niños, dónde en los niveles de personas reales se encuentran a la Siguanaba quien con su equina faz por poco se lleva a un conocido de nuestras heroínas que por el mal hábito de querer tener aventuras románticas fuera de su casa, se lleva un tremendo susto que le deja, literalmente los pelos de punta, luego en un nivel intermedio con títeres grandes se presentan a las vecinas que en su afán de llegar a la parroquia al final de la colina se cruzan con los monjes penitentes, y la llorona, y ya al acercarse a la iglesia en un nivel superior con títeres más pequeños pero manejados con la misma gracia que los actores reales, se topan con el cadejo, el espanto que va vigilante tras los adoradores de Baco, que con sus patas de cabra y ojos de carbón encendido, llegan finalmente con el padre Alejandro y lo traen a la casa. El cual les aconseja que se muden de improviso para que el duende no se entere a dónde van y no las pueda seguir, pero ellas al parecer no fueron muy discretas puesto que el duende, ese que le llaman “el sombrerón” ya sabía hacia donde se habían mudado.
obra de Roberto González Goyri
acrílico sobre masonite, 1966
Fotografía de Ray Rosales
Al frente, Caricatura del Cadejo:
obra de Pedro Santacruz
Tinta sobre papel, 2008
En resumen las actuaciones fueron geniales, con gracia, movimiento, fluidez, de la cual para el receso de 10 minutos se nos hizo eterno, puesto que queríamos ver la continuación de la historia. A pesar que es una historia conocida, el desenvolvimiento de la trama estuvo lleno de risas, y decoraciones literarias y algunas reflexiones, apuntando que los espantos culturales tienen la intención de castigar los vicios de la comunidad, como la desobediencia, el adulterio, la vagancia, el alcoholismo y la pereza.
Fue una obra que definitivamente nos dio más de lo esperado, y espero que sigan haciendo teatro con la calidad de esta obra. Para todos ellos muchas Gracias.
“Como el Sombrerón, una lágrima de emoción que brilla como las estrellas eternas de las leyendas guatemaltecas.”
Fue una obra que definitivamente nos dio más de lo esperado, y espero que sigan haciendo teatro con la calidad de esta obra. Para todos ellos muchas Gracias.
“Como el Sombrerón, una lágrima de emoción que brilla como las estrellas eternas de las leyendas guatemaltecas.”
Celso Lara